Mindfulness nos invita a poder vivir situaciones difíciles pero nos enseña a reaccionar de una manera diferente ante el evento que nos causa estrés. Cada vez que queremos deshacernos de la preocupación, el problema o la incomodidad dejamos de ser conscientes y nos envolvemos en el mecanismo de rechazo que solo nos causa más problema al problema y por lo tanto más estrés.
Hoy en día es mucha la gente que se acerca a la práctica de Mindfulness para no tener estrés.
Constantemente me llega gente tan estresada y abrumada con su vida que lo que busca desesperadamente es alguna manera de encontrar una mayor sensación de tranquilidad y fluidez.
En los últimos años la meditación se ha utilizado como una forma de cultivar la calma y erradicar el estrés. Y, en muchos sentidos, funciona. Pero la realidad es que la gente que práctica mindfulness incluida yo misma, todavía nos estresamos… y ¡mucho! No importa cuánto practiquemos, nuestras vidas continúan dejándonos situaciones, relaciones y conversaciones estresantes.
Al practicar estar en el presente de manera consciente y muy en conexión con las sensaciones, emociones y pensamientos es común poder detectar cuando el estrés esta presente. La práctica constante de atención plena nos enseña a estar más en conciencia y nos permite notar las incómodas sensaciones del estrés. Cuando algo no resulta como esperamos el cuerpo responde de manera automática, los músculos se tensan, el estómago se revuelve, el ritmo cardíaco se acelera, la mente se nubla. En estos momentos la respiración funciona como un mediador que permite tomar una pausa y en muchas ocasiones nos permite modificar nuestra experiencia del estrés que parte de un rechazo, hacia la aceptación y la no reacción.
LA CONCIENCIA SIN JUZGAR
Uno de los principios básicos de mindfulness es la CONCIENCIA SIN JUZGAR, la idea de permitir que los pensamientos, las sensaciones y los fenómenos percibidos vayan y vengan. El objetivo, en otras palabras, no es dominar el arte de controlar nuestra experiencia interna. El objetivo es aprender a estar con lo que surja, sea placentero, doloroso, cómodo o incómodo.
No usamos la meditación para deshacernos del estrés. Al meditar no estamos buscando ningún resultado en particular. No nos apegamos a ciertos estados (tranquilidad, relajación, fluidez) ni evitamos simultáneamente otros estados “negativos”: estrés, ansiedad, irritación. La invitación es a estar plenamente consciente de cualquiera de ellos.
La mentalidad del estrés
Hay una creencia popular y la suposición errónea de que todo estrés es realmente malo. Decir que "el estrés es malo" es a la vez inexacto y contraproducente. Es inexacto porque las investigaciones muestran que el estrés a corto plazo (a diferencia del estrés crónico) a menudo promueve resultados mentales y físicos positivos: el buen estrés puede ser un catalizador poderoso para el crecimiento. Por lo tanto creer que el “el estrés es malo” conduce a una mentalidad de estrés que socava la capacidad de nuestro cuerpo y mente para lidiar con eficacia con el estrés que enfrentamos.
El estrés puede funcionar a tu favor o en tu contra. Al resistirlo y evitarlo, disminuyes tu capacidad para manejar el estrés de manera efectiva.
Lo importante es poder identificar que nos causa estrés, poder regular nuestra respuesta y aprender a soltar para poder continuar con nuevos momentos y nuevas experiencias sin ir acumulando estrés, lo que se convierte a corto o largo plazo en un deterioro de nuestra salud física, emocional y mental. Cuando el estrés se vuelve crónico, de hecho puede volverse malo.
Te invito a practicar Mindfulness y aprender a usar el estrés a tu favor de la siguiente manera:
La práctica de Notice-Shift-Rewire (Nota, cambia, y recablea).
1. Deja que la experiencia del estrés sea tu recordatorio para darte cuenta de lo que está sucediendo aquí y ahora. Observa las sensaciones que acompañan al estrés y ve si puedes estar con la experiencia sin juzgarla, ni rechazarla. Hasta quizá puedas notar una parte de ti que siente cierta experiencia placentera/ de tranquilidad al poder estar sobre la incomodidad del estrés.
2. El siguiente paso es Shift, regresar de nuevo a la conciencia sin prejuicios. Observa lo que sucede cuando simplemente te das cuenta de la aceleración de los latidos de tu corazón, la tensión en tu mandíbula, hombros o estómago, o la aceleración de pensamientos ansiosos. ¿Y si esa sensación de tensión no fuera etiquetada como "mala"?
3. Luego, vuelve a cablear tu mente tratando de permanecer con lo que sea que surja. Deja ir cualquier esfuerzo por cambiar tu estado. En lugar de reaccionar, permite que la pausa te regale una mejor forma de recibir la situación difícil o incomoda y aprovecha para soltar. Elige de manera más consiente tu respuesta.
Realmente es imposible no experimentar situaciones que nos generen estrés. Pero recuerda que en la vida no es lo que te pasa lo que puedes controlar, pero siempre tienes la libertad de elegir que hacer con lo que te pasa.
Afrontar intencionadamente la incomodidad de una situación normalmente estresante te va a permitir tener una vida más sencilla, y mucho más sana.
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